miércoles, 13 de julio de 2016

Brillante 23 - Que murmuren


Y vuelvo a estar en paro, ¡ay!

Un numerito en el teatro, un tórrido besazo y el oportuno desmayo de la cortesana del palco, ¿qué más puede pasar? ¡Veámoslo!

Si una dama victoriana se desmaya, es que oculta algo.
O le aprieta el corsé.

Que empezara por el principio, decía. A estas alturas el orbe entero debería saber que la sinceridad me la reservo para enterrarla en este cuaderno. ¿Cómo iba a ilustrarle sobre la complejidad del efecto mariposa? Una se echa un farol para pasárselo bien en buena compañía, luego se pone fanfarrona con eso de que en el popular recinto que es el teatro siempre hay señoras de mala vida, y mira lo que pasa. Jo, yo solo quería alardear de contactos, maldita sea mi vanidad. Está visto y comprobado que jamás quedaré por encima del gran Holmes ni en las pequeñas cosas, no, ni siquiera a su altura...

El telón del primer acto caía, caía grácilmente, muy al contrario que la que lo acababa de hacer sobre mí. Ante la imagen de mi persona con el peso muerto de la deslumbrante cortesana encima, la primera reacción de la eminencia que tenía por acompañante fue sacar la lupa... ¡literalmente! Oh, ¿cómo voy a mantener la seria compostura con estos dobles sentidos persiguiéndome?

- Incluso en el libro de las mentiras, a veces se halla la verdad. - su iris coloreó la lente entera.

- ¿No tienes bastante con haberte vengado al fin de mí por lo del otro día que ahora vas a torturarme con sofismas? - por no hablar de la lupa.

- La mentira es el único factor personal no antagónico al razonar sereno, pues muestra a la luz lo que se propone mantener oculto. Leona, conocer tus costumbres resulta una ventaja. Tú, que dejas que el corazón gobierne tu mente, tú, que pretendes ahogar miedo e intelecto en ocio pueril, tú, que desprecias toda lógica que no proteja tu personalidad, que te cubres de un velo de simpleza y necedad, que solo piensas en ti misma... me has conducido a una pista real.

Me tembló el labio.

- Era cierto. No eres más que un cerebro, todo lo demás es apéndice.

- Lo soy.

- Sherlock. - me habría llevado la palma a la frente a ojos cerrados, pero como la cosa no era muy fácil con la muchacha entre brazo y brazo, conté hasta diez - Le acabo de tomar el pulso y está desmayada perdida, ayudémosla...

- ¿Por qué?

- Humanidad, eso que a ti te falta. Las cortesanas de lujo también tienen una vida muy dura, ¿me ayudas?

- Recabaré datos mientras te encargas de ello. - lupa por aquí, lupa por allá, lupa por todo el lugar.

- ...

Los rubios cabellos se desparramaron por la moqueta al arrancarle... quiero decir, retirar con delicadeza suma las horquillas de cabeza de perla del laberíntico peinado. Luego fue cuestión de palparle la inhumanamente estrecha cintura en busca de un modo de no romperle esa preciosidad de vestido, para lo cual no había manera sin quitárselo por la cabeza.

No quería pedirle ayuda otra vez a ese monstruo que me había estado estudiando. Por mucho que una sepa que solo significa una pieza más en el puzzle del caso Ser Richard, una cría tan fácil de herir como de manipular, objeto de burla y quizá de venganza, que el caballero únicamente había fingido seguirme el juego... es un pelín humillante que lo pongan en palabras.

Paseándose por la sala mientras servidora tendía a la inconsciente y se agachaba a hacer el trabajo sucio, expuso la lista de indicios a partir de los cuales deducía que la desmayada no me conocía personalmente, detallitos tales como el que me recibiera con la falta de pompa y ceremonia propias de una señorita de su condición ante un conocido que se sabe no potencial cliente, por no hablar del recato del abanico, improcedente en su profesión, a no ser que... ¡ajá!, exclamó al levantarle el labio, ¡dientes amarillos!

Iba a alargar el asunto enumerando el simbolismo de la cantidad de calas y a sorprenderse al descubrir que fuera leída, así que decidí aguarle la fiesta escupiéndole todo lo que sabía de la cortesana. Se hacía llamar Belle Rosette, aunque yo para mis adentros la llamaba Bella. Tenía pinta de ser el tipo de persona que entra en una mansión embrujada donde los muebles hablan y aceptarlo como si tal cosa.

Sí, sí, sí, solo la había visto un par de veces, la abuela de Chip y Chop me la había presentado. Solo sabía que decía ser francesa, aunque de la retahíla de Sherly sobre acentos y fisonomías extraje que eso era más falso que la sensibilidad del mentado, y que se había leído La dama de las camelias y había decidido imitarla (de ahí las calas) para hacerse con un apodo refinado, esfuerzos pese a los cuales se la conocía como "la del corcel". Era famosa por ejercer encima de un jamelgo disecado. Una moza simpática.

También sabía de buena tinta que el finado había comprado sus ecuestres servicios. ¿Era ella la asesina? Sería decepcionante. No obstante, por la reacción ante el mero apellido Holmes, o era eso o que Miaucroft había echado una canita al aire.

- Una red de meretrices, brillante. - ¿¡brillante?! ¿¡Alguien que no fuera él?!

- Y de cotilleos. La información no siempre es fiable que digamos.

- Las perspectivas son positivas.

Ya que se había tomado la molestia de estimularme el ego, al final me tragué orgullo y amargura y el premio fue que me echara una mano para dejarla en enaguas. Quise ver si le gustaba lo que veía, la señorita tenía pechonalidad. Su gesto de ¡Porrr favorrr! fue la mar de elocuente.

Al extraer la navaja del bolsillo interno del frac (¡siempre bien pertrechada!), mi detective despegó las analíticas pupilas de las muñecas de la doncella sin doncellez, dejó de abanicarla... supongo que era su obligación preguntar. Huelga decir que le hice saber que eso de las palmaditas en las mejillas y las sales aromáticas no sirven de nada contra ese instrumento de tortura llamado corsé que te oprime tanto los órganos que no puedes ni respirar.

- Has estudiado los principios médicos. - también he visto películas, pero eso no le importa.

- Sí, he hecho Primeros Auxilios, Dios debe de haber cometido el error de insertar el cerebro de un hombre en el cuerpo de una mujer, soy un caso fascinante, ¿por qué no te callas?

- Evasión, qué revelador.

- ¿Quieres que la devuelva al mundo consciente o nos vamos a casa a jugar con rompecabezas?

- Su desvanecimiento resulta más revelador, despiértala.

Corté las cuerdas de la maléfica vestimenta. Ella separó párpado de párpado de un sobresalto (mío), aspiró una bocanada de todo el oxígeno que flotaba en la sala... justo entonces, frente a tales ojos espantados, me dio por meditar sobre la imagen que brindaba a los susodichos eso de que dos señores de gala se hallaran agachados junto a una cortesana resollante en enaguas. En un palco privado. El bajito de fama criminal con un arma blanca desenfundada en mano.

Me parece que debería de haber visto venir la reacción lógica y natural que tuvo la criatura de pegar el salto del tigre y los chillidos y el forcejeo y la navaja voladora y el ¡aaaargh! desgarrado de alguno del público de abajo y el ¡ras, raaas! y el tropiezo y el consecuente defenestramiento fatal por el palco. Habría estado bien.

Al final, lo mejor fue resumir: el telón del segundo acto subía y subía, ella bajaba y ¡chaf! Poco más y la sigo de no ser porque Sherly me sujetó contra sus cubiertos pectorales, viva la acción.

Lestrade cerró el cuadernillo, dejándolo reposar en su regazo. Colocó el lápiz encima. Solo silencio... miento. Solo el frufrú del bien sé que abultado pantalón del taciturno Trent al cruzar las piernas, mi comisario, pegado a mi vera todo lo que el banco de madera y el decoro permitían. Si yo hubiera estado en condiciones de consentir aflorar el instinto básico...

La lluvia volvía a repiquetear contra los cristales (oh, sucio clima), el humo perenne en toda estancia cerrada de este siglo de fumadores vestía el aire y la sala de espera del hospital Saint Jeremy resultaba ser inesperadamente cómoda, dentro de lo que cabía esperar de las circunstancias mobiliarias y espaciotemporales, e incluso reconfortante, familiar. El cromatismo blanco de todo sanatorio que se precie, parece que no, pero calma.

La estampa de nosotros, el nuevo par de dos cuando Watson estaba de baja por histérico, debía ser poco menos que curiosa. Sherlock parecía tan sereno, sentado frente a mí. Sin un cabello fuera de su revuelto sitio habitual, ni una arruga llamativa en el traje ni tampoco desgarrón alguno en la chaqueta, mientras que a mí si no se me colaba el arsenal por las roturas sufridas en bolsillos internos y externos, me asomaba a lo exhibicionista. Me cuidé muy mucho de comentar la idea de que debía de ofrecer parecido contraste con el inquieto doctor, por deferencia al duro día que estaba teniendo el hombre. Soy la compasión hecha carne.

Me entornaba los ojos, luego los viraba al inspector, sonreía, espolvoreaba el tabaco sobre el foso de la pipa. Tembloroso pulso el mío al alargar la mano para ofrecerle el fuego de mi encendida cerilla, tenía que deshacerme de algo o me quedaba sin abrigo. Sé que estaba hecha un manojo de nervios, que cierta culpabilidad revoloteaba alrededor de mis órganos internos, pero ahora me cuesta recuperar la tontería de sensibilidad que tenía por imbécil rematada en ese momento.

No estoy muy segura de lo que se dijo, la tontaina de mi yo pasada andaba ocupada con el trastorno y la incetidumbre propia de estar al filo de cobrarte vida ajena. ¿Belle Rosette sobreviviría? ¿Moriría? ¿Se quedaría en coma? ¿Amnésica? ¿Tendría que darle un palazo donde el córtex prefrontal? ¡Ah, la conciencia, qué trasto! Si hubiese simple y llanamente pensado que algo habría hecho, y tan contenta... Sin embargo, esa manceba ni siquiera me caía mal, cosa que resulta ser suficiente para que a una le entren remordimientos por imitar u homenajear ciertas películas.

La zozobra que me tenía dándole al movimiento muscular constante ya fuera con la pierna o con los dedos no me impidió fijarme en lo que ocurría a mi alrededor, ni en quienes. No solo me mantengo bajo el "velo de simpleza y necedad" que es mi disfraz, lo que conlleva tener que estar atenta, sino que tengo alma de novelista y, en fin, estoy titulada en Filología Hispánica por vocación, no pertenezco a esos insensatos "filólogos" tibios que se atreven a afrentar la profesión, y parecerá baladí, pero pesa. Soy lírica y gozo de una envidiable memoria ampliamente ejercitada. Además, prestar atención a lo circundante entretiene.

Trent, a todas luces inmerso en la profunda reflexión filosófica de que la violencia no es la solución dos veces el mismo día, se entretenía en crujir los nudillos, blancos como perlas en arena tostada. Clavaba la vista en ellos. Pero Sherlock se apartó para conversar con Lestrade de Dios sabe qué, quizá del muerto, que me importaba e importa tres pepinos y no de los buenos. Entonces la clavó en mí.

Relativa privacidad, paredes blancas, iris verde musgo, su meñique rozándose contra el mío. No necesito más. Con el alma llena le puse carita de Te lo perdono todo, él, un meneo de bigote que traduje libremente como Te consolaré en casa.

No podía besarle, no podía purgarme los labios con el sabor ceniciento. Y pese a ello, ¡cómo me reconfortaba el mero tacto de la piel, su calor de estufa viviente, esa mirada de amor!

La ciencia nos separó. El médico de turno se personó en la sala, repasando la carpeta abierta que llevaba en mano como si no pudiera darnos ni su nombre sin ese apoyo. Médico que no era Smithy, sé que lo has pensado, avispado lector. Qué decir tiene lo conveniente que habría sido que el hospital más cercano fuera el suyo, ¡pero no! Aquel es más de suburbios. ¿Por dónde iba? Antes de darme cuenta del todo, ya había separado posaderas de reposo.

- La señorita se ha roto la pierna diestra, tiene diversas contusiones y cardenales faciales y un esguince en la cadera, algo fatal en su profesión. - los médicos y su célebre tacto - Sobrevivirá. Ya está escayolada y espera en su habitación a que alguno de los señores la recoja.

- ¿Ya le ha dado el alta? - no cabía en mí de mi bobo asombro.

- Este es un hospital decente, caballero. - y entre audibles bisbiseos, añadió - Bastante he hecho ya con curar a la del corcel, hombre ya...

- A la porra el juramento hipocrático, ¿eh?

- Supongo que la fulana es suya: habitación 22, "señor". - y se retiró con el golpe de efecto del carpetazo.

¿Se estaba poniendo de moda el retintín del "señor" o qué? Ojalá no se propagase. Bien, él mandó que la recogiera, de modo que ¡sorpresa, sorpresa!, la recogí, me la llevé, la metí en un carruaje para acompañarla a su casa, maldita sea la culpabilidad y su inmóvil pierna diestra.

¿Para qué describir cada menudencia cuando lo que nos interesa va justo después, durante el ridículo paseo por el puente del Támesis donde la chica en muletas hizo parar el armatoste con ruedas? No tengo nada que decir en mi defensa, le puso ojitos al cochero, me los puso a mí, se los puso al cielo ardiente y eso fue todo. Aunque no era más ridículo que los cuchicheos cargados de testosterona que intercambiaron Trent y Sherly, quienes insistieron en compartir carruaje para ahorrar gastos.

Atardecía perezosamente sobre las aguas centelleantes, mi comisario y su barba de circunstancias habían tomado la determinación de compartir asiento con el cochero y no levantarse de ahí (por razones que me niego a analizar) mientras este se ganaba el pan siguiéndonos con el carruaje a paso de tortuga de tres patas. Sentía el peso de su mirada.

Sola en la poco grata compañía de Belle Rosette y un Sherly que se mantuvo en solemne silencio mientras servidora combatía el acceso de culpa que me estaba royendo toda, así como la tela que se me caía a cachos. Belle Rosette sonreía con sus dientes de ámbar, sonrisa quebrada por una alteración de caras apabullante y multicolor.

¿Qué me dijo esa mujer? Sé que abrió la boca, sé que destrozada como estaba me echó someramente en cara que la había dejado lisiada, no sé qué de un porqué y no sé qué más de un último deseo. Dejó caer las muletas, resonaron contra el pavimento. La vi, juro por el Dios en que no creo que la vi, la vi poner el pie escayolado en el suelo.

Avanzaba. Garras enguantadas me prendieron la destrozada solapa y el cuello de la camisa, clavando uña. Todo su peso pasó a mí, nueva columna maestra que se estrelló contra la valla del puente. Dolor para mi coxis. Su rostro se me aproximaba entre ayes, no dejaba de mover las manos, y sus dientes, no podía apartar la vista de esos dientes. Yo, a cuadros, ¡menuda forma de entregarse al trabajo!

- ¡Leona!

¿¡Ahora me quieres distraer, so hijo de tu madre, ahora?! Torcí el cuello, abrí la boca.

Me apuntaba con un cañón de fuego.

Sonido metálico a mis pies.

No me lo pensé dos veces: saqué mi revólver por estrenar y le disparé dos veces antes siquiera de oírle bramar ¡abajo!, pero como tengo la puntería de un soldado imperial hasta en horas de calma, apuesto a que las balas impactaron en los transeúntes del fondo. ¡Eso por quedarse a mirar!

Humo de pólvora en la retina, lo que me faltaba. Eso pensaba, estúpida de mí, lo que me faltaba era peor. Me faltaba Belle Rosette.

- Mua~ - ¡empujón!

Un nuevo ¡chaf!

Solo agua.

Solo frío.

Y oscuridad.

Continuará...

Obviamente va a sobrevivir, si no a ver quién escribe y cuándo. Ahora bien, ¿cómo?

Perdonad que haya tardado, entre la vuelta al paro y el TFM se me han roto los horarios. XD

4 comentarios:

  1. En primer lugar, perdóóón por tardar tanto en comentar xD

    En segundo lugar, al grano del asunto.Menos mal que aclaras que lo de la lupa es literal... ya empezaba a armarme de metáforas obscenas y risitas sucias. Ahora que lo pienso, en realidad me has arruinado la diversión pervertida y perversa con tu literalidad... ¡malvada! En otro orden de cosas, Sherlock muy en su línea, cerebrín y nada más (y, leñe, no puedo evitar ponerle la cara y voz de Benedict, maldita sea)

    Me reafirmo en que a Sherlock le encanta oírse a sí mismo y me alegra que Leo lo haya interrumpido en vez de dejarle continuar (a todo esto, ¿cuál es el simbolismo de las calas? xDDD).

    ¿Me matarás si te confieso que jamás me he leído "La dama de las camelias"? Conozco todos los tópicos y a los protagonistas de la novela (imposible no conocerlos), pero jamás la he leído xD

    Las referencias a Geralt siempre son bienvenidas, y ese detalle tan yenneferiano me ha llegado al kokoro xDD (Tengo que rejugar el TW2, y ojalá poder hacerme con el 3).

    Me encantan los diálogos que tienes con Sherlock cuando los dos os ponéis bordes xD

    Me gusta la descripción de los acelerados acontecimientos que llevan a que la pobre muchacha se descalabre palco abajo. Muy gráfico. Breve, sin florituras innecesarias, pero que permite imaginárselo a la perfección. La descripción del ambiente posterior, tan en contraste con el colorido del teatro, también me gusta mucho.

    Ay, Trent *babas en el teclado* Qué mono es cuando no se pone violento xDD

    Me alegra que no te hayas cargado a Belle/Bella. Creo que puede dar mucho juego.Aunque menudo genio tiene la muchacha.

    Y Sherlock te ha llamado "Leona"... ¿delante de Trent? Huy huy huyyyy... Sobrevivirás al Támesis (procura no abrir la boca bajo el agua y date una ducha de lejía al volver a casa, que el río en esa época estaba... hum... bastante limpio según los estándares de las alcantarillas, por ejemplo), pero ¿sobrevivirás a Trent si ha oído ese morfema de género? xD

    Intriga, intriga y dolor de barriga xDD (ya se me haría raro no decir esto en casi todos los comentarios).

    Mucho ánimo con tu destrozo de horarios! Ya me avisarás cuando esté el siguiente ;)





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    1. Por mucho que tardes aquí la coronada como reina de las tardanzas ya sabes quién es. XD

      ¡Ponle la cara cucumberniana, yo hace mucho que me rendí y también lo hago con el muy desgraciado! En cuanto a tus sueños perversos, era necesario romperlos un pelín para centrarse un poco, que no se me tache de pervertida rematada. XD

      Sherlock, cuando se calla, no habla en una semana, y cuando habla, quieres tirarte a un río y que te rescaten cuando puedan. XD
      Oh, las calas en época victoriana son símbolo de nobleza y se regalaban para afianzar amistades. Me pareció adecuado para una cortesana con ínfulas. XD

      No, no te mataré... [Cierra un afilado cajón] Bueno, ¿conoces "Moulin Rouge"? La verdad es que viene a ser eso, creo que la peli se inspiró en esa historia. Trata sobre una cortesana enferma de tuberculosis que encuentra el verdadero amor en un hombre al que a veces estrangularías, pero sí pero no, antes de su trágico y tormentoso final que de ser yo ella pues como que lo habría evitado. Me gustaría hacer un Y si... sobre ella, pero creo que nadie lo pillaría. XD

      ¡Eso, rejuega y cuéntame que te parece la ruta de Roche de una vez! XD

      Al final eso acabará en sangre, ¿eh? XD

      ¡Me pensé muy mucho esa escena! Me alegra comprobar que tomé la mejor de las opciones. XD
      Ese no tan incómodo momento en el que reparas en que has hecho un contraste como autora y ni lo has notado. XD

      Este fanfic mío tiene muy pocas muertes, es como George de la jungla, la gente solo se hace muuucha pupa. XD

      En realidad Trent se bajó hace cuatro calles antes, pero me das ganas de cambiarlo. XD

      ¿Y el misterio, se lo ha llevado el viento? XD

      ¡Como siempre! XD

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  2. Cualquiera diría que alguien que se dedique a "ejercer encima de un jamelgo disecado" no lo tendría que tener tan fácil para caer... XD Lástima de esguince en la cadera, y ahora cómo se ganará el pan?

    El médico me hace mucha gracia: "este es un hospital decente", "supongo que la fulana es suya"... aunque también me enerva esa actitud.

    Trent es un amor, una reconciliación!!! Qué bonito!! Con meneo de bigote y todo!! XDD

    Pobres transeúntes! Pasean tranquilamente y se encuentran con que les disparan... habría que mejorar esa puntería para el futuro ya que siempre te metes en problemas. Agua, frío y oscuridad... qué pasará, qué pasará? Espero que no te ahogues, siempre va bien un boca a boca de Sherlie.

    Tengo que empezar a leer el fic de the witcher, a ver cuándo puedo!! *suspiro*

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    1. Dale cancha a la moza jinete, no se sentía amenazada encima de ese jamelgo. XD

      No cabía esperar más de él, mucho sería ya que le haya puesto una tirita. XD

      Todo el mundo sabe que los barbudos se comunican con su vello facial. XD

      Mujer, es que la pistolita estaba pensada para amedrentar, la puntería nunca ha sido ni será lo mío. Lo mío es poner pies en polvorosa. XD
      Obviamente sobreviviré, ¿pero cómo? ¡Misterio, intriga, dolor de barriga! XD

      [Recoge el suspiro y lo guarda en un tarro para sus brujerías] Oh, pues voy tan endiabladamente lenta en ese que tienes tooodo el tiempo del mundo para leerlo. Jojojó. XD

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