Me he tomado unas laaargas vacaciones de Brillante en pro de escribir Transparente (y la tesis), ¡ha llegado la hora de volver al álter ego por excelencia de Cumberbatch! Oh, primera persona, cuantísimo te he echado de menos. ;^;
Veamos si no estoy muy oxidada.
Lo dejamos en un buen doctor Watson tan harto y asqueado de todos que no nos toca apenas ni con el bastón para separarnos y aprovecha para escurrir el bulto a la primera de cambio porque ya está bien de tantas emociones y gente rara, un comisario muy despechado que echa de casa a su amorcito recién llegado, un Sherly noqueado y una Leona junto a él secuestrada. ¡Las perspectivas de futuro pintan fetén!
Lo dejamos en un buen doctor Watson tan harto y asqueado de todos que no nos toca apenas ni con el bastón para separarnos y aprovecha para escurrir el bulto a la primera de cambio porque ya está bien de tantas emociones y gente rara, un comisario muy despechado que echa de casa a su amorcito recién llegado, un Sherly noqueado y una Leona junto a él secuestrada. ¡Las perspectivas de futuro pintan fetén!
Sospecho que el objetivo era yo.
Hay un no sé qué inefable, yo diría que roza el placer, en escribir mientras un Sherly amordazado y maniatado a una cuba de vino te perfora con la mirada como quien con la fuerza se esfuerza en que te estalle la cabeza. Por alegrías como esta una ya no sabe si es sádica, masoquista o todo junto.
Siento como si hiciera una eternidad que no cojo el lápiz y pongo cardíaco de paso al que me sube la presión arterial, cosa que puede o no ser cierta, ya que cuando la acción vuelve a tu vida los días parecen meses y los meses días y si a eso le sumas sustancias ya ni te cuento. Sí, sí, sí, puede, quizá, cabe la posibilidad de que los ojos del iceberg tengan razón y deba afanarme en buscar la siempre perseguida vía de escape, pero cuando se está en medio de las adversidades como que ya es tarde para doña Cautela o don Sentido Común. Las doñas Integridad Física y Facultades Mentales tampoco es que estén para fiestas ni labores, qué quieres que te diga.
Que si lo que pretende con las miraditas es que libere su cuerpo, apañado va. Que le haya echado en falta y me tenga el corazón robado y esté sexy así atadito y con la camisa partida como Camarón y por qué no tendré una goma a mano no quita que ahora mismo hubiera preferido pasar estas horas de cautiverio con mi comisario, que él sí... visto lo visto quizá sea lo mejor, por muy buen uso que le hubiésemos dado a cuerdas y cuba lo bailado no compensaría el ¿dónde está el falo? ¡Aquí está! O sí. No sé. En cualquier caso cuando tiene que decidir el corazón, mejor que se ocupe la cabeza, y no poseyendo yo ninguna bueno es que haya otra disponible.
¡Oh! Yo no quería esto, ¿vale? Solo pretendía hojear un poco, ni siquiera tengo ganas de escribir, escribir es lo último que quiero con el solo de percusión del dolor que esta batería llamada Cabeza me está dando, pero tenía el lápiz puesto de ofrecido en el calcetín y este detective de la sensualidad ha empezado a mirarme mal y como que nunca me he resistido mucho a las tentaciones fáciles.
¡Oh! Yo no quería esto, ¿vale? Solo pretendía hojear un poco, ni siquiera tengo ganas de escribir, escribir es lo último que quiero con el solo de percusión del dolor que esta batería llamada Cabeza me está dando, pero tenía el lápiz puesto de ofrecido en el calcetín y este detective de la sensualidad ha empezado a mirarme mal y como que nunca me he resistido mucho a las tentaciones fáciles.
En fin, lector mío, único ser al que hipotético o no confieso las verdades, hay mucho que contar y poca luz de pulsera que mis pupilas puedan aprovechar: al grano. Ya me extenderé si sobrevivo (que digo yo que sí, porque esto es de una incompetencia tremenda). A Sherlock y a mí nos han capturado unos matones a sueldo, y no de los glamurosos, de los que cobran poco. Ya gastaré la punta del lápiz con los pormenores de cómo llegamos a ese punto cuando tenga tiempo y luz, que con eso lleno dos o tres capítulos. Lo importante ahora mismo es que ni puños expertos ni rendición absoluta, cobre poco o menos, el matón cumplir cumple.
El frío de la noche resquebrajaba cada átomo de la ya de por sí fina y fácilmente fracturable piel de mis manos, ya que Matón nº4 había tardado la atadura en sí en robarme los guantes, y estaba particularmente preocupada por la caída inminente de mis pantalones, pues a Matón nº5 le había gustado mi cinturón. Los matones 1, 2 y 3 todavía debatían qué afanarle a Sherly...
Digo que no me voy a extender, el señorito Holmes se pone a berrear. El sacrificio del cansancio visual como que me parece poco de pronto. Joróbate, niño bonito. Una y otra y otra vez.
La cabellera del investigador del boxeo, inconsciente y tranquilito, se fundía en las encharcadas tinieblas de los adoquines, jamás secos. Yo, ahora tendida en mala unión con estos últimos y un plus de hombre robusto encima sin concupiscencia de por medio, ahora arrodillada con manazas en hombros, cuello y cabeza, no oponía resistencia. La verdad sea dicha, creía a pies juntillas que que venían a por el inconsciente. Es el pan suyo de cada día. Hasta me sentí halagada: tanto músculo y metal por inmovilizar a alguien tan poca cosa como yo. Detalles que te hacen sentirte importante.
Pero vino el poc... poc... poc...
La sombra coja, de inconfundible bastón, y más inconfundible poc... poc... poc...
La renqueante figura de ser Thomas, cuyo primer acto fue separarme las piernas de un gesto villano a sus esbirros y pegarme el puntapié de su coja vida en plena entrepierna, me hizo sospechar que quizá no era yo el daño colateral. Me retorcí toda, obviamente. Había usado el pie bueno en un conmovedor despliegue de bastón muletero y distribución del peso que daba fe de una superación personal importante, algo me inducía a la sensación de que disfrutaría torturándome y, llámame sentimental, me gusta hacer feliz a la gente. Y fingir que entre las piernas tengo algo.
Sin una sola palabra que lo revistiera de la aclamada elegancia que se le presupone a esta ralea de sátiros y piratas hijos de la Gran Bretaña, se subió al coche de caballos (con el cochero con más sentido del drama de Londres) que acababa de aparecer a galope en la esquina. Supongo que de haber sido un coche con maletero tamaño cadáver apretujado habrían seguido el protocolo estándar del secuestro, pero como no podía ser, saco negro en la cabeza y a los pies del caballero inglés, donde fui pisoteada.
En circunstancias semejantes el torbellino emocional hubiera sido tremebundo, pero entre que era ser Cojeras del que estábamos hablando y que había tenido un horror de día... semana... temporada vital desde que caí a este maldito siglo, a parte del miedo inicial por la integridad física y unas pocas lagrimillas (de exasperación) con el saco puesto, más que asustada estaba cabreada. O sea, le había lisiado yo. Peinar a Chip contra su voluntad me produce más ansiedad. Ya me escaparía y/o le destruiría la cara en cuanto estuviéramos a solas.
Entonces los matones recién ascendidos a esbirros discutieron qué hacer con el tema Sherly.
- ¿Q'hacemos? - dijo uno con su hablar de n°1.
- Se no' ha visto la cara. - dijo otro que por la determinación debería de ser el n°1.
Ahí sí que se me desató el pánico ante la sola perspectiva de las consecuencias históricas.
- ¡Qué va! ¡Si está oscurísimo! ¡Si vuestras caras son puro bulto de fondo! - grité yo, heroica de mí, entre pisotón y pisotón y mucha sudoración.
Lo normal hubiera sido que lo mataran ahí mismo pero ¡oh dramático giro de los acontecimientos!, resulta que el esbirro malpagado cumplir cumple, pero los extras hay que apoquinarlos, y como el caballero inglés es un rácano, terminaron robándole hasta el abrigo a mi desvanecido más que amigo y echándolo como un fardo a mi lado. Es desmotivador cuanto menos que las primeras palabras del que te roba la libertad con una entrada estelar entre bruma y oscuridad sean Es que mi mujer ahora me lleva las cuentas.
En cualquier caso ya me habían jorobado como jorobado está ahora mi maniatado, no podía escabullirme mientras estuviera inconsciente ni podía cesar obsesionarme con que iba a cogerme una pulmonía. ¿Por qué no me habían robado a mí? Quiero pensar que les daba asco porque habían escuchado a hurtadillas la pelea de enamorados que había protagonizado hacía nada con otro hombre, pero no puedo evitar inclinarme a creer que simple y llanamente Sherly tiene facha de valer más que yo tanto en lo material como en lo que no y consecuentemente llevar cosas caras. Eso le pasa por no seguir mi estrategia estilística Ni mucho ni poco.
Por unos zapatos picudos y pensamientos más constantes que fugaces de QuesemeresfríaySEMEMUERE el trayecto fue un suplicio: me lo salto. Nos arrojaron por unas escaleras de madera estrechas, se nos atascaron los cuerpos, nos desatascaron a puntapiés (a Sherly plin, no volvía en sí ni a guantazos) y aterrizamos en la bodega del ser, lo que confirma que un saco en la cabeza no sirve para nada si no tienes inventiva para escondites. Mis fosas nasales fueron invadidas sin piedad por fortísimos olores: madera, moho, aire viciado, mosto en fermentación.
Mareada perdida apenas si noté como me ataban a la estantería de cualquier manera, todo mi mundo era esta miasma etílica que se te pega al cielo de la boca y no te suelta, a Dios gracias que a los cuatro minutos se te tapona la nariz. No vi lo que hicieron con el cautivador cautivo, pero recordando lo que corregí a él lo ataron más. Mal, pero más. Cantidad por calidad. Por resistirse a puñetazo que te doy, digo yo. Y entonces se pusieron a discutir esbirros y patrón. Que si esto no está pagado, que si ya os he dicho que hasta las perras chicas a cuentagotas, que si el estirado pesa más de lo que parece... y acabaron yéndose de un portazo.
El villano sin recursos quiso disimular con un discursito grandilocuente de orden, fraternidad y poder, pero se le habían ido los secuaces, qué apuro, y al final le oí zapatear escaleras arriba para hacer mutis de dos portazos (el primero rebotó). Alguien tendría que montar un sindicato de esbirros y matones a sueldo, el gremio se les está yendo de las manos.
No volvió. Nos dejó aquí tirados toda la noche. A otro podrá parecerle una maquiavélica estrategia que debía bañarnos el corazón de espanto y pavor, pero a mí no me engaña: esto está improvisadísimo. Es de ser Thomas de quien estamos hablando. Total, las muñecas atadas a las bravas a un estante mohoso indigno de bodegas pudientes, Sherly con pinta de haberse caído de un quinto, perdido las extremidades en el proceso y haber sufrido los remiendos de Smithy en horas bajas que ya es decir y yo muerta de sed porque con la tontería llevaba más de ocho horas sin descansar ni para beber... podría haber sido peor, y no lo digo porque podría haber habido goteras.
Las imágenes se me amontonan a pedazos tan rotos como mi vida misma. Un trozo de estante partido en las manos, un charco oscuro a los pies oscuros que aquí está todo oscuro, el destello azulado, una hermosa lluvia de botones, los labios grises de Sherlock a la luz de la pulsera, sus ojos, sus manos, las cuerdas en las muñecas, la tela en mi boca, la sensación caliente y seca y el frío húmedo de mis pies manchados, mojados, el sabor suave de una caricia...
Lo último que recuerdo con claridad meridiana de ayer noche es que con mis casi sólidos conocimientos de yoga hice palanca y el trasto sencillamente cedió, el lateral del madero opuso la misma resistencia a hacerse añicos que yo ante la tentación y tres botellas rodaron al suicidio. Se me escurrieron dos. Eso explica cosas. Luego desaté los nudos de Sherly, lo coloqué en una postura solemne, lo volví a anudar y me mojé la garganta con lo que contuviera la superviviente. Eso lo explica todo.
En mi defensa, antes de tragarme las arcadas para hidratarme aunque fuera a costa de llenarme el buche vacío de amargo líquido sí que busqué la dichosa vía de escape. En la penumbra más absoluta, entre tropiezos, traspiés, agarrones de los pantalones, me arremangué la manga, alumbré las esquinas, y lo primero que probé fue el picaporte (viendo el desarrollo, se abre y me parece lo más normal). No hubo suerte: rebusqué en las cubas, en la exposición de botellas de licor de la pared, entre las tablas del suelo, hasta metí el brazo por el ventanuco que hace las veces de respiradero en el techo solo para que se me atascara el codo y me entrase el agobio y casi partímelo para sacarlo cubierto de telarañas empolvadas. Mi proceder fue lógico y natural...
A lo que a mí me pareció el amanecer pero por los datos que manejo bien podría ser anochecer o mediodía, un pitido en el oído. El punzante filo de la navaja postmelopea paseándose por el interior de mis sienes. El cerebro como pegado a la frente palpitante, más prieto que los glúteos marmóreos de Sherly. Su voz.
- Eres como un rayo de sol: brillante, incandescente, y extrañamente irritante en ocasiones. - susurró mi detective asesor, que lo oí yo, y su suspiro me movió las hebras del flequillo.
Me desperté abrazada a las piernas de Holmes, cuya cara era sin duda un Lo niego todo, no me hace falta ni verla. En otras circunstancias exactamente iguales en todo excepto en mi fascinante primera experiencia resacosa de los infiernos quizá me habría pasado por el forro el habitual no es no y lo besaría hasta secarlo, pero toquetear en contra de la voluntad ajena requiere esa cosa que llaman energía, y...
- AaaaAAaAAaaah... - de ultratumba fue cuanto salió de mis acartonados labios.
Me da que la gasté toda durante la efervescencia de la embriaguez. Estuvo rato largo carcajeándose a mi costa cuando constató que darme órdenes lógicas (para él que no me había visto acatarlas en su inconsciencia) no daba resultados. Yo queriéndome morir. Sabe Dios que le habría vendido el alma al diablo por salir de ahí y tirarme al Támesis y sabe el mismo que este detective asesor lo gozó como un enano.
- Hablas mucho cuando bebes. - atronaban sus susurros.
- Me da iguaaaal... - odio mi voz, odio el sonido, lo odio todo.
- Al ser humano racional le importa su supervivencia. - ah, ahora ya no se reía tanto.
- ¿No dices que no hay nada más estimulante que un caso donde todo está en tu contra? ¡Disfruta!
Y ¡PUM! Un chorro de luz como cristales en los párpados bajando por la escalera, yo arrastrándome notando cada fibra de cada músculo hacer crac catacrac y porropof... solo con colocarme en postura de atadura y bajarme bien bajada la ya bien bajada manga de la zona pulsera. OhporDios no vuelvo a catar gota de licor ni perdida en el desierto.
El candil iluminaba como una farola, desdibujando contornos a la par que dejando ver, pero no fue la vista el sentido que me alertó del intríngulis de la situación: fue la onomatopeya. Pococ, pococ, pococ... Era doble, era idéntico, era simétrico y muletero. Dos figuras, dos bastones, descendían trabajosamente escalón tras escalón, se colocaban muy dignas para mirarnos por encima de la coronilla, unidos del brazo. De las dos figuras, una lucía curvas, y esta fue la que se me puso contemplativa con mi Sherly. Imagínate mi sorpresa al descubrir ante mí a un ser Thomas que no solo había abandonado el solitario, sino que jamás lo había jugado.
- El caballero del Támesis. - pronunció la curvilínea.
Y el casi ictus por la identidad de la acompañante.
- Senorita Belle Rossete. - espetó Sherlock - Nada resulta más engañoso que un hecho evidente.
Belle Rosette. La mujer de mala vida que casi nos cargamos en el teatro, luego me lanzó al río y huyó renqueante e impune, la razón de que me travistiera al cuadrado. Del brazo de ser Thomas.
- ¿¡Que te has liado con la lisiada?! ¡Ja, ja, ja...!
El ataque de risa fue aplacado de un bastonazo en la cara que me partió el labio. Merecidísimo me lo tengo.
Oí el zapato de Sherlock crujir el suelo. ¿Un respingo? Yo que sé, estaba ocupada gimiendo la laceración externa del labio e interna de la cefalea.
- Como cabía esperar, trabajan juntos. No, sería más apropiado describir su relación como una sociedad en que usted, señor, aporta el peculio, y la señorita... todo lo demás. - empezaban los ademanes contraproducentes cuando estás atado y a merced de otro de mi Sherly, pero yo ya estaba sangrando en el suelo, allá él.
Estoy casi segura de que lo que Sherly no dice a boleo lo dice a toro pasado, este miente más que habla. No, me sabe a poco... ¡tanto como yo! Nadie como servidora para conocer que la mentira articulada con convicción persuade más que la verdad, claro que yo provengo del XXI.
- Ha sido usted un daño colateral hasta ahora, señor... - ni el nombre del detective más famoso se sabe este ser Thomas, ignorante de la vida - Caballero. No se convierta en objetivo principal.
- El asesinato de ser Richard albergaba motivaciones aristocráticas, por no decir comerciales, es elemental. La pieza clave en tal asunto...
- La pieza clave... - interrumpió Belle Rosette, alzando la barbilla y apuntándome con su bastón - ...es don Leonardo Dantés de Campoamor.
- ¿Yo? - hasta ofendida me hallo - Querrá decir don Holmes, señora mía. Se ha equivocado usted, es un error antinatural...
- ¡JAMÁS me equivoco! - y acabo de resumir y censurar una amplia gama de palabrotas en una sencilla frase - Tú te metiste en nuestros tejemanejes, sucio español. - el tema racismo, bien - Tú le partiste la pierna a mi hombre dejándole impedido para el tajo, echándolo sobre mis hombros. Tú me dejaste inútil...
Fue sin querer, debí responder. Yo solo soy un humilde chantajista, debí alegar. No era mi intención habría servido. O silencio. A parte de la sangre en la boca, por si necesitara más alarmas, Sherly cerraba la boca, eso es código rojo carmesí.
- ¿¡Sois pareja?! - mucha migraña para tanta deducción, necesitaba un respiro, necesitaba salseo.
Incomprensiblemente obtuve respuesta, o en el fondo los villanos sin recursos están muy necesitados de confesionario y ahí no hay psicólogo que pueda hacer nada o les pasa como a Sherlock que necesita exponerle sus interminables pensamientos a un bulto cárnico para aclararse las ideas. ¿Y mi patada voladora de rigor? Esto no es serio.
- A raíz de la brutalidad de usted a nuestro otrora sano esqueleto, vulgar ratero... - comenzó el ser.
- No parece que te desagrade la vulgaridad. - si es que serrín tengo en el cráneo por relleno.
Bastonazo.
- Lo que al principio no era más que la transacción de la carne... - arrobado, ser Thomas encerraba las manos de su par lisiado en las suyas, como quien aprovecha el más mínimo resquicio dialéctico para proclamar y reproclamar su amor - ...ha pasado a ser algo más.
- Pero mi amor, para qué le dices nada. - Belle Rosette, claro cerebro de la sociedad.
- Abandona la modestia, potrilla mía, es derroche ante semejantes oyentes. Oh~, lo supe desde que viniste a mí con la caderita rota, mon petit chouchou, tan hermosa en tu descalabrado estado, tan exuberante pese a la mala fortuna de que el asesinato de este bribón se quedase en intento. Cuando vi este rostro tuyo entre las llamas de la ira, saltó una chispa en mí. No el pánico normal por salvar mi vida, sino una epifanía real, ¡un flechazo!
- Cuéntale nuestros planes, ya puestos. - Belle Rosette, las cosas que una tiene que aguantar por am... dinero.
El más que dispuesto ser se sacó del chaleco un pliego que difícilmente habría podido distinguir sin la luz que arrojaba el candil, un pobre amasijo de papeles arrancado bravamente por los crispados dedos de la voz cantante y madre de cualquier idea mala o nefasta que esa sociedad de dos tuviera. Mientras el caballero esgrimía el argumento de que total, nos iban a matar, a marcarse un antagonista 007, mientras la dama cuchicheaba sobre la inutilidad del hombrecillo, mi mente inició la revitalizante gimnasia de rememorar aquella ocasión en que la pólvora y el agua ocre anularon mis sentidos mucho más que el alcohol. La ocasión en que perdí el aire en los pulmones y la rebosante chaqueta a un tiempo, en la que solo recuperé lo primero y di por perdido lo segundo.
Era mi cuaderno original.
- ¿Sabes... sabes leer español?
¡Dios! Toda la color perdí a la fuerza. No respondió. Madre del amor hermoso, por un momento me había hecho dudar, qué sufrimiento, con este traducelotodoinaitor voy de Sócrates por la vida y lo único que sé es que no sé nada. Su rostro claroscuro únicamente me dedicó una larga mirada valorativa que bien imitaba la idea de amedrentar al contrincante al sugerir con los ojos Manejo la información con la que se tejen tus pesadillas, mirada que yo he usado y seguiré usando infinitas veces, y en realidad significa: Voy a darte a entender que sé lo que ni tu sombra quieres que sepa. Ajena a mi alivio cósmico, me echó el cuaderno a los pies deleitándose en la expectativa de dejarme el alma atribulada al borde del abismo... y finalmente se fueron, con pretensión de ínfulas (la cojera las impidió). No pude si no emocionarme por haber unido a una pareja tan bonita, tan compatible, tan lisiada. Mi fortuna es el aleteo de la mariposa.
Cerraron la puerta y yo, voluntariamente amnésica del contexto, tomé este mi amado cuaderno, oh, cuaderno mío, que hace tanto que no te relleno de líneas...
El frío de la noche resquebrajaba cada átomo de la ya de por sí fina y fácilmente fracturable piel de mis manos, ya que Matón nº4 había tardado la atadura en sí en robarme los guantes, y estaba particularmente preocupada por la caída inminente de mis pantalones, pues a Matón nº5 le había gustado mi cinturón. Los matones 1, 2 y 3 todavía debatían qué afanarle a Sherly...
Digo que no me voy a extender, el señorito Holmes se pone a berrear. El sacrificio del cansancio visual como que me parece poco de pronto. Joróbate, niño bonito. Una y otra y otra vez.
La cabellera del investigador del boxeo, inconsciente y tranquilito, se fundía en las encharcadas tinieblas de los adoquines, jamás secos. Yo, ahora tendida en mala unión con estos últimos y un plus de hombre robusto encima sin concupiscencia de por medio, ahora arrodillada con manazas en hombros, cuello y cabeza, no oponía resistencia. La verdad sea dicha, creía a pies juntillas que que venían a por el inconsciente. Es el pan suyo de cada día. Hasta me sentí halagada: tanto músculo y metal por inmovilizar a alguien tan poca cosa como yo. Detalles que te hacen sentirte importante.
Pero vino el poc... poc... poc...
La sombra coja, de inconfundible bastón, y más inconfundible poc... poc... poc...
La renqueante figura de ser Thomas, cuyo primer acto fue separarme las piernas de un gesto villano a sus esbirros y pegarme el puntapié de su coja vida en plena entrepierna, me hizo sospechar que quizá no era yo el daño colateral. Me retorcí toda, obviamente. Había usado el pie bueno en un conmovedor despliegue de bastón muletero y distribución del peso que daba fe de una superación personal importante, algo me inducía a la sensación de que disfrutaría torturándome y, llámame sentimental, me gusta hacer feliz a la gente. Y fingir que entre las piernas tengo algo.
Sin una sola palabra que lo revistiera de la aclamada elegancia que se le presupone a esta ralea de sátiros y piratas hijos de la Gran Bretaña, se subió al coche de caballos (con el cochero con más sentido del drama de Londres) que acababa de aparecer a galope en la esquina. Supongo que de haber sido un coche con maletero tamaño cadáver apretujado habrían seguido el protocolo estándar del secuestro, pero como no podía ser, saco negro en la cabeza y a los pies del caballero inglés, donde fui pisoteada.
En circunstancias semejantes el torbellino emocional hubiera sido tremebundo, pero entre que era ser Cojeras del que estábamos hablando y que había tenido un horror de día... semana... temporada vital desde que caí a este maldito siglo, a parte del miedo inicial por la integridad física y unas pocas lagrimillas (de exasperación) con el saco puesto, más que asustada estaba cabreada. O sea, le había lisiado yo. Peinar a Chip contra su voluntad me produce más ansiedad. Ya me escaparía y/o le destruiría la cara en cuanto estuviéramos a solas.
Entonces los matones recién ascendidos a esbirros discutieron qué hacer con el tema Sherly.
- ¿Q'hacemos? - dijo uno con su hablar de n°1.
- Se no' ha visto la cara. - dijo otro que por la determinación debería de ser el n°1.
Ahí sí que se me desató el pánico ante la sola perspectiva de las consecuencias históricas.
- ¡Qué va! ¡Si está oscurísimo! ¡Si vuestras caras son puro bulto de fondo! - grité yo, heroica de mí, entre pisotón y pisotón y mucha sudoración.
Lo normal hubiera sido que lo mataran ahí mismo pero ¡oh dramático giro de los acontecimientos!, resulta que el esbirro malpagado cumplir cumple, pero los extras hay que apoquinarlos, y como el caballero inglés es un rácano, terminaron robándole hasta el abrigo a mi desvanecido más que amigo y echándolo como un fardo a mi lado. Es desmotivador cuanto menos que las primeras palabras del que te roba la libertad con una entrada estelar entre bruma y oscuridad sean Es que mi mujer ahora me lleva las cuentas.
En cualquier caso ya me habían jorobado como jorobado está ahora mi maniatado, no podía escabullirme mientras estuviera inconsciente ni podía cesar obsesionarme con que iba a cogerme una pulmonía. ¿Por qué no me habían robado a mí? Quiero pensar que les daba asco porque habían escuchado a hurtadillas la pelea de enamorados que había protagonizado hacía nada con otro hombre, pero no puedo evitar inclinarme a creer que simple y llanamente Sherly tiene facha de valer más que yo tanto en lo material como en lo que no y consecuentemente llevar cosas caras. Eso le pasa por no seguir mi estrategia estilística Ni mucho ni poco.
Por unos zapatos picudos y pensamientos más constantes que fugaces de QuesemeresfríaySEMEMUERE el trayecto fue un suplicio: me lo salto. Nos arrojaron por unas escaleras de madera estrechas, se nos atascaron los cuerpos, nos desatascaron a puntapiés (a Sherly plin, no volvía en sí ni a guantazos) y aterrizamos en la bodega del ser, lo que confirma que un saco en la cabeza no sirve para nada si no tienes inventiva para escondites. Mis fosas nasales fueron invadidas sin piedad por fortísimos olores: madera, moho, aire viciado, mosto en fermentación.
Mareada perdida apenas si noté como me ataban a la estantería de cualquier manera, todo mi mundo era esta miasma etílica que se te pega al cielo de la boca y no te suelta, a Dios gracias que a los cuatro minutos se te tapona la nariz. No vi lo que hicieron con el cautivador cautivo, pero recordando lo que corregí a él lo ataron más. Mal, pero más. Cantidad por calidad. Por resistirse a puñetazo que te doy, digo yo. Y entonces se pusieron a discutir esbirros y patrón. Que si esto no está pagado, que si ya os he dicho que hasta las perras chicas a cuentagotas, que si el estirado pesa más de lo que parece... y acabaron yéndose de un portazo.
El villano sin recursos quiso disimular con un discursito grandilocuente de orden, fraternidad y poder, pero se le habían ido los secuaces, qué apuro, y al final le oí zapatear escaleras arriba para hacer mutis de dos portazos (el primero rebotó). Alguien tendría que montar un sindicato de esbirros y matones a sueldo, el gremio se les está yendo de las manos.
No volvió. Nos dejó aquí tirados toda la noche. A otro podrá parecerle una maquiavélica estrategia que debía bañarnos el corazón de espanto y pavor, pero a mí no me engaña: esto está improvisadísimo. Es de ser Thomas de quien estamos hablando. Total, las muñecas atadas a las bravas a un estante mohoso indigno de bodegas pudientes, Sherly con pinta de haberse caído de un quinto, perdido las extremidades en el proceso y haber sufrido los remiendos de Smithy en horas bajas que ya es decir y yo muerta de sed porque con la tontería llevaba más de ocho horas sin descansar ni para beber... podría haber sido peor, y no lo digo porque podría haber habido goteras.
Las imágenes se me amontonan a pedazos tan rotos como mi vida misma. Un trozo de estante partido en las manos, un charco oscuro a los pies oscuros que aquí está todo oscuro, el destello azulado, una hermosa lluvia de botones, los labios grises de Sherlock a la luz de la pulsera, sus ojos, sus manos, las cuerdas en las muñecas, la tela en mi boca, la sensación caliente y seca y el frío húmedo de mis pies manchados, mojados, el sabor suave de una caricia...
Lo último que recuerdo con claridad meridiana de ayer noche es que con mis casi sólidos conocimientos de yoga hice palanca y el trasto sencillamente cedió, el lateral del madero opuso la misma resistencia a hacerse añicos que yo ante la tentación y tres botellas rodaron al suicidio. Se me escurrieron dos. Eso explica cosas. Luego desaté los nudos de Sherly, lo coloqué en una postura solemne, lo volví a anudar y me mojé la garganta con lo que contuviera la superviviente. Eso lo explica todo.
En mi defensa, antes de tragarme las arcadas para hidratarme aunque fuera a costa de llenarme el buche vacío de amargo líquido sí que busqué la dichosa vía de escape. En la penumbra más absoluta, entre tropiezos, traspiés, agarrones de los pantalones, me arremangué la manga, alumbré las esquinas, y lo primero que probé fue el picaporte (viendo el desarrollo, se abre y me parece lo más normal). No hubo suerte: rebusqué en las cubas, en la exposición de botellas de licor de la pared, entre las tablas del suelo, hasta metí el brazo por el ventanuco que hace las veces de respiradero en el techo solo para que se me atascara el codo y me entrase el agobio y casi partímelo para sacarlo cubierto de telarañas empolvadas. Mi proceder fue lógico y natural...
A lo que a mí me pareció el amanecer pero por los datos que manejo bien podría ser anochecer o mediodía, un pitido en el oído. El punzante filo de la navaja postmelopea paseándose por el interior de mis sienes. El cerebro como pegado a la frente palpitante, más prieto que los glúteos marmóreos de Sherly. Su voz.
- Eres como un rayo de sol: brillante, incandescente, y extrañamente irritante en ocasiones. - susurró mi detective asesor, que lo oí yo, y su suspiro me movió las hebras del flequillo.
Me desperté abrazada a las piernas de Holmes, cuya cara era sin duda un Lo niego todo, no me hace falta ni verla. En otras circunstancias exactamente iguales en todo excepto en mi fascinante primera experiencia resacosa de los infiernos quizá me habría pasado por el forro el habitual no es no y lo besaría hasta secarlo, pero toquetear en contra de la voluntad ajena requiere esa cosa que llaman energía, y...
- AaaaAAaAAaaah... - de ultratumba fue cuanto salió de mis acartonados labios.
Me da que la gasté toda durante la efervescencia de la embriaguez. Estuvo rato largo carcajeándose a mi costa cuando constató que darme órdenes lógicas (para él que no me había visto acatarlas en su inconsciencia) no daba resultados. Yo queriéndome morir. Sabe Dios que le habría vendido el alma al diablo por salir de ahí y tirarme al Támesis y sabe el mismo que este detective asesor lo gozó como un enano.
- Hablas mucho cuando bebes. - atronaban sus susurros.
- Me da iguaaaal... - odio mi voz, odio el sonido, lo odio todo.
- Al ser humano racional le importa su supervivencia. - ah, ahora ya no se reía tanto.
- ¿No dices que no hay nada más estimulante que un caso donde todo está en tu contra? ¡Disfruta!
Y ¡PUM! Un chorro de luz como cristales en los párpados bajando por la escalera, yo arrastrándome notando cada fibra de cada músculo hacer crac catacrac y porropof... solo con colocarme en postura de atadura y bajarme bien bajada la ya bien bajada manga de la zona pulsera. OhporDios no vuelvo a catar gota de licor ni perdida en el desierto.
El candil iluminaba como una farola, desdibujando contornos a la par que dejando ver, pero no fue la vista el sentido que me alertó del intríngulis de la situación: fue la onomatopeya. Pococ, pococ, pococ... Era doble, era idéntico, era simétrico y muletero. Dos figuras, dos bastones, descendían trabajosamente escalón tras escalón, se colocaban muy dignas para mirarnos por encima de la coronilla, unidos del brazo. De las dos figuras, una lucía curvas, y esta fue la que se me puso contemplativa con mi Sherly. Imagínate mi sorpresa al descubrir ante mí a un ser Thomas que no solo había abandonado el solitario, sino que jamás lo había jugado.
- El caballero del Támesis. - pronunció la curvilínea.
Y el casi ictus por la identidad de la acompañante.
- Senorita Belle Rossete. - espetó Sherlock - Nada resulta más engañoso que un hecho evidente.
Belle Rosette. La mujer de mala vida que casi nos cargamos en el teatro, luego me lanzó al río y huyó renqueante e impune, la razón de que me travistiera al cuadrado. Del brazo de ser Thomas.
- ¿¡Que te has liado con la lisiada?! ¡Ja, ja, ja...!
El ataque de risa fue aplacado de un bastonazo en la cara que me partió el labio. Merecidísimo me lo tengo.
Oí el zapato de Sherlock crujir el suelo. ¿Un respingo? Yo que sé, estaba ocupada gimiendo la laceración externa del labio e interna de la cefalea.
- Como cabía esperar, trabajan juntos. No, sería más apropiado describir su relación como una sociedad en que usted, señor, aporta el peculio, y la señorita... todo lo demás. - empezaban los ademanes contraproducentes cuando estás atado y a merced de otro de mi Sherly, pero yo ya estaba sangrando en el suelo, allá él.
Estoy casi segura de que lo que Sherly no dice a boleo lo dice a toro pasado, este miente más que habla. No, me sabe a poco... ¡tanto como yo! Nadie como servidora para conocer que la mentira articulada con convicción persuade más que la verdad, claro que yo provengo del XXI.
- Ha sido usted un daño colateral hasta ahora, señor... - ni el nombre del detective más famoso se sabe este ser Thomas, ignorante de la vida - Caballero. No se convierta en objetivo principal.
- El asesinato de ser Richard albergaba motivaciones aristocráticas, por no decir comerciales, es elemental. La pieza clave en tal asunto...
- La pieza clave... - interrumpió Belle Rosette, alzando la barbilla y apuntándome con su bastón - ...es don Leonardo Dantés de Campoamor.
- ¿Yo? - hasta ofendida me hallo - Querrá decir don Holmes, señora mía. Se ha equivocado usted, es un error antinatural...
- ¡JAMÁS me equivoco! - y acabo de resumir y censurar una amplia gama de palabrotas en una sencilla frase - Tú te metiste en nuestros tejemanejes, sucio español. - el tema racismo, bien - Tú le partiste la pierna a mi hombre dejándole impedido para el tajo, echándolo sobre mis hombros. Tú me dejaste inútil...
Fue sin querer, debí responder. Yo solo soy un humilde chantajista, debí alegar. No era mi intención habría servido. O silencio. A parte de la sangre en la boca, por si necesitara más alarmas, Sherly cerraba la boca, eso es código rojo carmesí.
- ¿¡Sois pareja?! - mucha migraña para tanta deducción, necesitaba un respiro, necesitaba salseo.
Incomprensiblemente obtuve respuesta, o en el fondo los villanos sin recursos están muy necesitados de confesionario y ahí no hay psicólogo que pueda hacer nada o les pasa como a Sherlock que necesita exponerle sus interminables pensamientos a un bulto cárnico para aclararse las ideas. ¿Y mi patada voladora de rigor? Esto no es serio.
- A raíz de la brutalidad de usted a nuestro otrora sano esqueleto, vulgar ratero... - comenzó el ser.
- No parece que te desagrade la vulgaridad. - si es que serrín tengo en el cráneo por relleno.
Bastonazo.
- Lo que al principio no era más que la transacción de la carne... - arrobado, ser Thomas encerraba las manos de su par lisiado en las suyas, como quien aprovecha el más mínimo resquicio dialéctico para proclamar y reproclamar su amor - ...ha pasado a ser algo más.
- Pero mi amor, para qué le dices nada. - Belle Rosette, claro cerebro de la sociedad.
- Abandona la modestia, potrilla mía, es derroche ante semejantes oyentes. Oh~, lo supe desde que viniste a mí con la caderita rota, mon petit chouchou, tan hermosa en tu descalabrado estado, tan exuberante pese a la mala fortuna de que el asesinato de este bribón se quedase en intento. Cuando vi este rostro tuyo entre las llamas de la ira, saltó una chispa en mí. No el pánico normal por salvar mi vida, sino una epifanía real, ¡un flechazo!
- Cuéntale nuestros planes, ya puestos. - Belle Rosette, las cosas que una tiene que aguantar por am... dinero.
El más que dispuesto ser se sacó del chaleco un pliego que difícilmente habría podido distinguir sin la luz que arrojaba el candil, un pobre amasijo de papeles arrancado bravamente por los crispados dedos de la voz cantante y madre de cualquier idea mala o nefasta que esa sociedad de dos tuviera. Mientras el caballero esgrimía el argumento de que total, nos iban a matar, a marcarse un antagonista 007, mientras la dama cuchicheaba sobre la inutilidad del hombrecillo, mi mente inició la revitalizante gimnasia de rememorar aquella ocasión en que la pólvora y el agua ocre anularon mis sentidos mucho más que el alcohol. La ocasión en que perdí el aire en los pulmones y la rebosante chaqueta a un tiempo, en la que solo recuperé lo primero y di por perdido lo segundo.
Era mi cuaderno original.
- ¿Sabes... sabes leer español?
¡Dios! Toda la color perdí a la fuerza. No respondió. Madre del amor hermoso, por un momento me había hecho dudar, qué sufrimiento, con este traducelotodoinaitor voy de Sócrates por la vida y lo único que sé es que no sé nada. Su rostro claroscuro únicamente me dedicó una larga mirada valorativa que bien imitaba la idea de amedrentar al contrincante al sugerir con los ojos Manejo la información con la que se tejen tus pesadillas, mirada que yo he usado y seguiré usando infinitas veces, y en realidad significa: Voy a darte a entender que sé lo que ni tu sombra quieres que sepa. Ajena a mi alivio cósmico, me echó el cuaderno a los pies deleitándose en la expectativa de dejarme el alma atribulada al borde del abismo... y finalmente se fueron, con pretensión de ínfulas (la cojera las impidió). No pude si no emocionarme por haber unido a una pareja tan bonita, tan compatible, tan lisiada. Mi fortuna es el aleteo de la mariposa.
Cerraron la puerta y yo, voluntariamente amnésica del contexto, tomé este mi amado cuaderno, oh, cuaderno mío, que hace tanto que no te relleno de líneas...
...llegamos al presente.
Vaya por Dios, he terminado de desgastar la punta y aquí no ha interrumpido ni el gato para partirme el cráneo por incauta, ¡vaya unos secuestradores! Esta profesión ya no es lo que era. En fin. Habrá que desatar al gran detective a ver si me abofetea.
Continuará...
Ojalá haya estado a la altura de vuestras expectativas, ¡siento haberos hecho esperar tanto!
Por si os lo preguntáis, que supongo que no, Leona está tan orgullosa de haber podido escribir resacosa y bajo la presión del cautiverio que lo dejó tal cual y lo añadió cuando escribió los capítulos anteriores. Pensaba aclararlo en el próximo capítulo, pero a saber cuándo será eso. XD
Por fin "Brillante"!!! Parece que han pasado añazos!! xDD
ResponderEliminarPobre Sherlock, él ahí atado y tú ignorándolo como si fuera un mueble... xDD
Me imagino al cochero detrás de una esquina y calculando cuándo hacer su aparición estelar entre la niebla (no mencionas niebla, pero es Londres, y el Londres victoriano va indisolublemente unido a niebla en mi imaginación xD).
Me encanta esto "un horror de día... semana... temporada vital desde que caí a este maldito siglo". Pobre Leo.
Vaya, vaya, así que Leona se pilló una buena borrachera en esa bodega. Suena más a mí, pero no está mal, pequeño saltamontes, no está mal xDD
"- ¿¡Que te has liado con la lisiada?! ¡Ja, ja, ja...!
El ataque de risa fue aplacado de un bastonazo en la cara que me partió el labio. Merecidísimo me lo tengo." A veces hay que saber callar, eh xDD
Me mueroo xDDD: "No pude si no emocionarme por haber unido a una pareja tan bonita, tan compatible, tan lisiada."
Me ha gustado mucho volver a saber de Sherly y Leona xD Y tengo ganas de ver cómo se las apañan para salir de ahí, aunque con unos secuestradores así no puede ser difícil xDD
Ha cumplido con mis expectativas de sobra, y tengo ganas del siguiente!
[Ancianita de Titanic] ¿Por qué te crees que estoy yo aquí, hijita?
ResponderEliminarTenía tan presente a Sherly y la idea de jorobarle que llega a ser un ficus y lo ignoro menos. XD
Estos ingleses son todos unos melodramáticos. Así hacen los secuestros. XD
(Entre la lluvia y la nieve soloo faltaba la bruma XD)
Eso, eso, menos pobre Sherlock y más pobre Leo que hasta tiene que fingir dolor viril de entrepierna por las formas y la protección. XD
¡Tenía sed! Ha sido ppr supervivencia... no por magrear al detective más famoso del mundo, por supervivencia. XD
O se sabe o no se sabe. XD
Leo Cupido, señoras~
¿Y de ser Thomas y Belle Rosette? Nah, son tan buenos en su trabajo como Amebaman siendo interesante. XD
Ojojó, la dicha de mi vanidad~♡.
A saber cuándo saldrá. XD
Llevo desde el 2017 leyendo este fanfic y cada vez que lo releo es una aventura completamente nueva, es excelente.
ResponderEliminarTe metes en la piel de Leona de una manera inimaginable, aún tengo esperanzas de que algún día pueda leerlo terminado y fotocopiarlo para ponerlo en mi estantería de obras maestras.
Ily <3