El doctor quedó ¡im-pac-tado! con el coche (enteramente por su culpa), ¿qué será lo siguiente?
Conexión... ininterrumpida.
La misma mano fría le acariciaba los cabellos. Raro caso de percepción sensitiva: el doctor siniestrado no notaba la blanda almohada que le sostenía la cabeza, ni la comodidad del colchón, ni las punzantes varillas de hierro que le atravesaban esas hábiles extremidades, pero sentía la suavidad helada de los dedos que le acariciaban y se le enredaban en el pelo con dulzura, como si de un perro particularmente bueno se tratase.
El chasquido de la puerta.
- Nunca le ha gustado que le toquen tanto. - oyeron los oídos sin oír. Era la voz de Palmer, con un timbre triste.
- Se despertará con una sensación agradable antes de traumatizarse de por vida. - el cuerpo de Strange oía la alegre armonía de la voz de Oma, sin procesarla.
Tampoco procesó el silencio.
- Solo... ten cuidado.
- No abriré la boca, tendrá más efecto si se lo dices tú.
- Casi parece que esto te divierta. - el timbre triste se volvió furia.
- Si se lo dices tú le quedará la esperanza de que sea mentira.
¡PLAF!
El fuerte chasquido de la puerta.
Una risita.
Las caricias capilares habían cesado, los tímpanos de Strange trabajaron en vano para volver líquidas las ondas sonoras de unos pasos, de una masticación, que caerían en el olvido del cerebro anestesiado. Luego... el tacto de un índice recorriendo el arco de sus labios, garganta, nuez, clavícula, desplegando una ola gélida a su paso. La piel respondía al contacto poniéndose de gallina.
Si hubiese estado consciente, quizá le hubiera preocupado su virtud. Esa chica tendía a ponérsele muy ofrecida, y de no ser porque no acababa de convencerle su mayoría de edad por detallitos tales como la sempiterna falta de documentos o que cuando le daba por preguntar...
- Pronto, pronto, un lustro. - decía.
...a lo mejor se habría visto obligado. Pero no consciencia, no repercusiones legales.
Por suerte o por desgracia, el índice no continuó la travesía por el macilento durmiente. La mano entera volvió a las crines, la piel de gallina despareció, un lado del colchón se hundió ligeramente. Los tímpanos captaron un ¿Sabes que esto me trae recuerdos?
- Te voy a contar un cuento. - pobres oídos que se partirían el tímpano en balde - Érase una vez, hace mucho tiempo, que un demonio cristalizó un alma en un espejo. Érase un alma decidida a no darle el gusto al diablo de guardarle rencor, un alma cuyas emociones sin atadura carnal de por medio eran viento, agua y fuego, que concluyó que una existencia ultraterrena no estaba tan mal, sobre todo porque no disponía de otra que añorar.
»Érase, pese a ello, que no solo héroes y villanos anhelan su final feliz pase este por matanzas o no, érase que hasta los objetos mágicos que pasan de mano en mano sueñan, y el alma esclava del espejo entre sueño y sueño y cabezada de su existencia solitaria en ocasiones contemplaba la pequeña ventana al mundo que el marco que la sostenía y encerraba le daba. Incluso el ser más conformista se duele a veces de su suerte, ¿sabes? Imaginarás qué se preguntaba.
»Las hormigas corretean y exploran la tierra en busca de sustento, las aves hacen gala de sus alas en el cielo y los peces nadan y beben y beben y vuelven a beber, ¿por qué, teniendo yo más alma, tengo menos libertad?
»Te conozco bien, por eso te adelanto que te equivocas: no era esto señal ninguna de que le guardase rencor al demonio, ¿y sabes por qué? Porque el demonio fue su primer amo, y el alma amaba a todos y cada uno de sus amos. Para ti, que has nacido libre, será una verdad compleja de asimilar. Sin embargo, si usases el privilegiado cerebro que la suerte te ha dado para la empatía, verías que complicado sería lo contrario. ¿Cómo no vas a amar lo único que da sentido y entretenimiento a tu vida?
»La primavera daba paso al verano, el verano al otoño, el otoño al invierno y vuelta empezar... hasta que un día, la monotonía se descuartizó en el millar de esquilas que componían su espíritu. Alguien abrió la vitrina donde un brujo con pocas perspectivas de futuro la había colocado tras raptarla de la acogedora sangre azul de reyes y reinas. Alguien la tomó entre sus dedos cálidos. Un dios, que la robó y, sin querer... la liberó.
»El alma tomó forma humana, ¿puedes figurártelo siquiera? Aire y cristal mil años, centuria arriba, centuria abajo, y de repente ¡carne! Hacía tanto que no respiraba, hacía tanto que no parpadeaba. No sentía nada: ni la brisa en las moléculas ni el calor de la piel que la rozara. ¿Lo primero que pensó, si a eso se le puede llamar pensar? Que iba morirse y ni siquiera había respirado el tonel de oxígeno con olor a ambientador de manzana que la rodeaba.
»Pero... la salvaron. Como las princesas de los cuentos de hadas, una herramienta como ella fue rescatada, no por un príncipe, por algo infinitamente mejor: un médico. Un doctor hermosamente estúpido.
»El héroe sin capa insufló aire caliente en sus pulmones recién formados, bañó de saliva su boca, le ofreció su sangre como tributo. Así como el anterior la derramó para cortar su vínculo, el nuevo dueño la vertía para sellarlo sin siquiera hacerla esperar ni los diez ni los cincuenta años de rigor. Pero él no lo sabía, o fingía no saber.
Un toqueteo narigudo. La punta de la nariz de Strange se heló.
- ¿Lo segundo? - prosiguió - Instinto. Sin asomo de malicia por su parte sintió la imperiosa necesidad de devorar al héroe, gajes de sobrellevar las necesidades mortales. Fortuna y jeringuillas se lo impidieron, y el alma hecha carne fue sedada justo como lo estás tú ahora. Buena forma de pasar los traumas, ¿verdad que sí?
»Despertó abotargada por los calmantes, como tú lo harás, solo que en una cama infinitamente más cómoda y sin las muñecas atadas, básicamente porque las tuyas... no, he prometido no decir ni mu. A tales accesorios se le añadían una guardiana que hacía ganchillo a su vera y la tele encendida solo para oírla retransmitiendo Cenicienta. Lo feo y lo bello resumido.
»¡Vaya, se había despertado! ¿Quería algo la niña? ¿Agua, comida, el número de la policía? No era la mejor forma de despertar, ¿no crees? ¿No es mucho mejor mi agradable compañía? Bien, la niña quiso contestar, ¿qué pasó? Que en lugar de ello las cuerdas vocales recién estrenadas tocaron un gallo distorsionado. "Claro, niña, la policía". De nada le sirvió boquear que no, que agua, ¡ni caso! La guardiana iba por faena y ya no estaba.
»El alma hecha niña (hecha a su vez pasta de boniato) pudo comprobar que el cuerpo humano es agotador: tantas sensaciones, tantos estímulos, tantas necesidades cambiantes y comunicación estrepitosa. El trapo que la cubría, áspero; las ataduras, irritantes; el amo, en el aeropuerto; el agente Ataulffen, tan secundario que ni aspecto ni nombre merece; el olor antiséptico, repulsivo.
»El mundo era para el alma devastadoramente desagradable... a la par que fascinante.
»Podría darte mil razones: el pecho que le subía y le bajaba, el funcionamiento del recorrido respiratorio, agitar los pies descalzos a voluntad, que a Cenicienta acababan de transformarle el modelito... - risita - ¿Te has fijado en que cuando la magia la viste se le forma un halo sobre el moño?
»Ser un objeto durante un milenio no te quita de caprichos y deseos.
Más silencio sin procesar.
- Dime, doctor. - la voz de Oma ondulaba como riachuelo sin cauce - ¿Por qué teniendo yo más conocimiento...? Nada. En este punto de la historia le llevan comida a la niña, a ver si suavizando la garganta cantaba. No había catado ni sólido ni líquido en mil años, centuria arriba, centuria abajo, y su primera comida... ¿iba a ser comida de hospital? ¿Y luego qué, pan de vuelo transatlántico?
»Por supuesto, ponerse exquisita no era una opción. Ataulffen, tan secundario que ni atención como telón de fondo merece, viéndola sin ánimo caníbal, le desató las muñecas y le puso la cuchara en la mano. Se le cayó tres veces. La llenó al sexto intento. Al séptimo cucharazo en la mejilla se rindió. Mientras tanto, Cenicienta bailaba graciosamente al son de la música con los zapatos de cristal con tacón para más inri.
»Lo natural sería pensar que pensó que en esta situación de comparación el agente policial debía de tener mejor sabor, además de que no haría falta cuchara. No obstante, prefirió contemplar como quien no quiere la cosa el par de efectos personales que le habían dejado en la silla de la esquina del cuarto, su marco y el vestido negro que sus moléculas habían formado, y pensar en la mínima dignidad que tendría si por lo menos lo llevara puesto.
La voz estaba cada vez más cerca del oído izquierdo, que tendría que tamborilear el tímpano aún más.
- Uno. La negra tela comenzó a desintegrarse. - el timbre de la narradora se tornó lúgubre - Dos. De los bordes deshilachados por segundos brotaron polillas color hollín, aleteando hacia el cuerpo. Tres. Las moléculas treparon como hormigas por pies, tobillos, piernas, vientre... - luego, en falsete - ¡PI-PI-PI-PI! ¡Código azul, código azul! ¿Infarto de miocardio? ¡No! ¿Embolia súbita? ¡No! ¿Ictus, casi ictus, lupus? ¡NO! Pérdida de sangre, ha pedido ¿¡dos litros?! ¡Intravenosa, intravenosa! ¿¡Quién le ha puesto la ropa bajo la bata?!
La puerta. Un ¡shhhh! La puerta.
- El agente fue testigo. Aquella misma tarde le concedieron la baja por estrés. - continuó, bajando el volumen - Dos transfusiones después fue cuando se percató de que su cuerpo no era el del humano medio, ¿y cómo iba a serlo, si seguía siendo alma y espejo? Lo raro no era que su sangre fuera transparente ni que fuera físicamente capaz de metamorfosear las moléculas del espíritu a voluntad pero incapaz de mover el cuerpo como dicta la mínima movilidad lógica humana, sino que se hubiese percatado. Antes lo hubiera sabido.
»Pero había cosas que sí sabía.
»Pip, pip, pip, la guardiana volvió a su puesto. Pip, pip, pip, el alma la miraba. Pip, pip, pip, ¿quería algo la niña problemática, paciente sin paciencia? Pip, pip, pip, la bolsa de sangre se había quedado vacía. ¿Pip, pip, pi...?, la jeringa caída en el suelo, el bulto de ese cuerpo en el suelo, la tela hecha jirones por los médicos evaporada. Pi-pi-pip, la cara de la niña era la suya.
»El alma se adapta.
»Dejó a la guardiana sufrir el ictus entre las baldosas, solo cogió el marco, no necesitaba más que el marco... y alimento. Se arrastró por pasillos y escaleras, no podía caminar, gatear a medias. No se le interpuso nadie, sabía dónde estaban y por dónde patrullaban. Ahora esperaba en un escalón, ahora se sentaba diez minutos detrás de una máquina expendedora, así iba gastando sus energías hasta que llegó... al almacén de sangre.
»Solo entonces se le interpuso al alma desnuda alguien, demasiado tarde. ¡Aakaka!, exclamó el obstáculo tartamudo al verle el reguero de sangre de la boca hasta el ombligo, pero no parecía suficiente para que se fuese pies para qué os quiero o se le desvaneciese el conocimiento, por lo que...¡qué demonios! Iba a probar las facultades con él delante. Y la niña se transformó justamente en una niña, de diez años se diría, con su vestidito y su canesú delante de sus narices.
»Observó imperturbable el deslumbrante efecto de la espuma creciente de la boca, se toqueteó el vestido que era parte de su alma, trastabilleó y allí lo dejó. El último obstáculo hospitalario.
¿Cómo de anestesiado seguía el cerebro de Strange?
»Las hormigas corretean y exploran la tierra en busca de sustento, las aves hacen gala de sus alas en el cielo y los peces nadan y beben y beben y vuelven a beber, ¿por qué, teniendo yo más alma, tengo menos libertad?
»Te conozco bien, por eso te adelanto que te equivocas: no era esto señal ninguna de que le guardase rencor al demonio, ¿y sabes por qué? Porque el demonio fue su primer amo, y el alma amaba a todos y cada uno de sus amos. Para ti, que has nacido libre, será una verdad compleja de asimilar. Sin embargo, si usases el privilegiado cerebro que la suerte te ha dado para la empatía, verías que complicado sería lo contrario. ¿Cómo no vas a amar lo único que da sentido y entretenimiento a tu vida?
»La primavera daba paso al verano, el verano al otoño, el otoño al invierno y vuelta empezar... hasta que un día, la monotonía se descuartizó en el millar de esquilas que componían su espíritu. Alguien abrió la vitrina donde un brujo con pocas perspectivas de futuro la había colocado tras raptarla de la acogedora sangre azul de reyes y reinas. Alguien la tomó entre sus dedos cálidos. Un dios, que la robó y, sin querer... la liberó.
»El alma tomó forma humana, ¿puedes figurártelo siquiera? Aire y cristal mil años, centuria arriba, centuria abajo, y de repente ¡carne! Hacía tanto que no respiraba, hacía tanto que no parpadeaba. No sentía nada: ni la brisa en las moléculas ni el calor de la piel que la rozara. ¿Lo primero que pensó, si a eso se le puede llamar pensar? Que iba morirse y ni siquiera había respirado el tonel de oxígeno con olor a ambientador de manzana que la rodeaba.
»Pero... la salvaron. Como las princesas de los cuentos de hadas, una herramienta como ella fue rescatada, no por un príncipe, por algo infinitamente mejor: un médico. Un doctor hermosamente estúpido.
»El héroe sin capa insufló aire caliente en sus pulmones recién formados, bañó de saliva su boca, le ofreció su sangre como tributo. Así como el anterior la derramó para cortar su vínculo, el nuevo dueño la vertía para sellarlo sin siquiera hacerla esperar ni los diez ni los cincuenta años de rigor. Pero él no lo sabía, o fingía no saber.
Un toqueteo narigudo. La punta de la nariz de Strange se heló.
- ¿Lo segundo? - prosiguió - Instinto. Sin asomo de malicia por su parte sintió la imperiosa necesidad de devorar al héroe, gajes de sobrellevar las necesidades mortales. Fortuna y jeringuillas se lo impidieron, y el alma hecha carne fue sedada justo como lo estás tú ahora. Buena forma de pasar los traumas, ¿verdad que sí?
»Despertó abotargada por los calmantes, como tú lo harás, solo que en una cama infinitamente más cómoda y sin las muñecas atadas, básicamente porque las tuyas... no, he prometido no decir ni mu. A tales accesorios se le añadían una guardiana que hacía ganchillo a su vera y la tele encendida solo para oírla retransmitiendo Cenicienta. Lo feo y lo bello resumido.
»¡Vaya, se había despertado! ¿Quería algo la niña? ¿Agua, comida, el número de la policía? No era la mejor forma de despertar, ¿no crees? ¿No es mucho mejor mi agradable compañía? Bien, la niña quiso contestar, ¿qué pasó? Que en lugar de ello las cuerdas vocales recién estrenadas tocaron un gallo distorsionado. "Claro, niña, la policía". De nada le sirvió boquear que no, que agua, ¡ni caso! La guardiana iba por faena y ya no estaba.
»El alma hecha niña (hecha a su vez pasta de boniato) pudo comprobar que el cuerpo humano es agotador: tantas sensaciones, tantos estímulos, tantas necesidades cambiantes y comunicación estrepitosa. El trapo que la cubría, áspero; las ataduras, irritantes; el amo, en el aeropuerto; el agente Ataulffen, tan secundario que ni aspecto ni nombre merece; el olor antiséptico, repulsivo.
»El mundo era para el alma devastadoramente desagradable... a la par que fascinante.
»Podría darte mil razones: el pecho que le subía y le bajaba, el funcionamiento del recorrido respiratorio, agitar los pies descalzos a voluntad, que a Cenicienta acababan de transformarle el modelito... - risita - ¿Te has fijado en que cuando la magia la viste se le forma un halo sobre el moño?
»Ser un objeto durante un milenio no te quita de caprichos y deseos.
Más silencio sin procesar.
- Dime, doctor. - la voz de Oma ondulaba como riachuelo sin cauce - ¿Por qué teniendo yo más conocimiento...? Nada. En este punto de la historia le llevan comida a la niña, a ver si suavizando la garganta cantaba. No había catado ni sólido ni líquido en mil años, centuria arriba, centuria abajo, y su primera comida... ¿iba a ser comida de hospital? ¿Y luego qué, pan de vuelo transatlántico?
»Por supuesto, ponerse exquisita no era una opción. Ataulffen, tan secundario que ni atención como telón de fondo merece, viéndola sin ánimo caníbal, le desató las muñecas y le puso la cuchara en la mano. Se le cayó tres veces. La llenó al sexto intento. Al séptimo cucharazo en la mejilla se rindió. Mientras tanto, Cenicienta bailaba graciosamente al son de la música con los zapatos de cristal con tacón para más inri.
»Lo natural sería pensar que pensó que en esta situación de comparación el agente policial debía de tener mejor sabor, además de que no haría falta cuchara. No obstante, prefirió contemplar como quien no quiere la cosa el par de efectos personales que le habían dejado en la silla de la esquina del cuarto, su marco y el vestido negro que sus moléculas habían formado, y pensar en la mínima dignidad que tendría si por lo menos lo llevara puesto.
La voz estaba cada vez más cerca del oído izquierdo, que tendría que tamborilear el tímpano aún más.
- Uno. La negra tela comenzó a desintegrarse. - el timbre de la narradora se tornó lúgubre - Dos. De los bordes deshilachados por segundos brotaron polillas color hollín, aleteando hacia el cuerpo. Tres. Las moléculas treparon como hormigas por pies, tobillos, piernas, vientre... - luego, en falsete - ¡PI-PI-PI-PI! ¡Código azul, código azul! ¿Infarto de miocardio? ¡No! ¿Embolia súbita? ¡No! ¿Ictus, casi ictus, lupus? ¡NO! Pérdida de sangre, ha pedido ¿¡dos litros?! ¡Intravenosa, intravenosa! ¿¡Quién le ha puesto la ropa bajo la bata?!
La puerta. Un ¡shhhh! La puerta.
- El agente fue testigo. Aquella misma tarde le concedieron la baja por estrés. - continuó, bajando el volumen - Dos transfusiones después fue cuando se percató de que su cuerpo no era el del humano medio, ¿y cómo iba a serlo, si seguía siendo alma y espejo? Lo raro no era que su sangre fuera transparente ni que fuera físicamente capaz de metamorfosear las moléculas del espíritu a voluntad pero incapaz de mover el cuerpo como dicta la mínima movilidad lógica humana, sino que se hubiese percatado. Antes lo hubiera sabido.
»Pero había cosas que sí sabía.
»Pip, pip, pip, la guardiana volvió a su puesto. Pip, pip, pip, el alma la miraba. Pip, pip, pip, ¿quería algo la niña problemática, paciente sin paciencia? Pip, pip, pip, la bolsa de sangre se había quedado vacía. ¿Pip, pip, pi...?, la jeringa caída en el suelo, el bulto de ese cuerpo en el suelo, la tela hecha jirones por los médicos evaporada. Pi-pi-pip, la cara de la niña era la suya.
»El alma se adapta.
»Dejó a la guardiana sufrir el ictus entre las baldosas, solo cogió el marco, no necesitaba más que el marco... y alimento. Se arrastró por pasillos y escaleras, no podía caminar, gatear a medias. No se le interpuso nadie, sabía dónde estaban y por dónde patrullaban. Ahora esperaba en un escalón, ahora se sentaba diez minutos detrás de una máquina expendedora, así iba gastando sus energías hasta que llegó... al almacén de sangre.
»Solo entonces se le interpuso al alma desnuda alguien, demasiado tarde. ¡Aakaka!, exclamó el obstáculo tartamudo al verle el reguero de sangre de la boca hasta el ombligo, pero no parecía suficiente para que se fuese pies para qué os quiero o se le desvaneciese el conocimiento, por lo que...¡qué demonios! Iba a probar las facultades con él delante. Y la niña se transformó justamente en una niña, de diez años se diría, con su vestidito y su canesú delante de sus narices.
»Observó imperturbable el deslumbrante efecto de la espuma creciente de la boca, se toqueteó el vestido que era parte de su alma, trastabilleó y allí lo dejó. El último obstáculo hospitalario.
¿Cómo de anestesiado seguía el cerebro de Strange?
- Una vez libre de todo quitando las limitaciones propias de extremidades temblorosas, por último, ¿qué crees que le pasó por el cráneo nuevecito? Yo te lo diré, no lo adivinarías: que no tenía nada. Menos que nada: libertad sin propósito. Una criatura como ella, que durante tanto había sido solo mente, no podía entregarse al hedonismo sin más. Solo cabía una conclusión plausible, una única dignidad.
»Cuando un esclavo se queda sin su amo, ¿qué crees que hace? Se busca otro. ¿Y cuando tiene uno pero este huye? Seguirlo. Hasta el fin del mundo si hace falta. Al fin y al cabo, ¿no son las reliquias las que eligen dueño y no al revés?
La puerta.
- Te voy a contar un secreto. - susurró la voz cerca, muy cerca del atareado oído, exhalando la humedad del aliento - Tú eres mi cuento.
Strange abrió pesadamente los ojos.
»Cuando un esclavo se queda sin su amo, ¿qué crees que hace? Se busca otro. ¿Y cuando tiene uno pero este huye? Seguirlo. Hasta el fin del mundo si hace falta. Al fin y al cabo, ¿no son las reliquias las que eligen dueño y no al revés?
La puerta.
- Te voy a contar un secreto. - susurró la voz cerca, muy cerca del atareado oído, exhalando la humedad del aliento - Tú eres mi cuento.
Strange abrió pesadamente los ojos.
Continuará...
¡Se acabaron las retrospectivas! La magia se cierne sobre nosotros. *^*
Me ha encantado! Y vas a más ✌️✌️✌️✌️se sigue con interés y me gusta tu estilo y tus recursos literarios. Esa filología en vena.
ResponderEliminarAins, me subes los colores~♡.
EliminarMe encanta cómo describes los sentimientos y sensaciones de Oma en el momento en que tomó forma humana: "El alma tomó forma humana, ¿puedes figurártelo siquiera? Aire y cristal mil años, centuria arriba, centuria abajo, y de repente ¡carne! Hacía tanto que no respiraba, hacía tanto que no parpadeaba. No sentía nada: ni la brisa en las moléculas ni el calor de la piel que la rozara". Creo que es mi fragmento favorito de este capítulo.
ResponderEliminarPobre agente Ataulffen xDD
Me ha gustado mucho la forma de narrar en este capítulo.
Es un capítulo tranquilo, pero en el que, por otra parte, se avanza mucho al ir haciéndose una mejor idea sobre Oma, sus habilidades y motivaciones, pero sin terminar de dejar claro qué es, si se la puede clasificar como criatura de alguna clase más allá de alma sin más xD
Tengo ganas del siguiente!!!
Veo que este capítulo te ha agradado más que ningún otro, me llenas de orgullo y satisfacción. ♡
EliminarSe lo merece. O no. Es tan secundario que nada salvo la baja por estrés merece. XD
Ay, mi vanidad~♡.
Es una definición perfecta: el capítulo de Oma. He tenido que preparar bastante el terreno pero al fin he presentado al alma protagonista como Dios manda, ¿verdad que sí? XD
¡Pronto lo tendrás! XD
Hola!
ResponderEliminarSé que este sitio no será el más indicado, pero no conozco blogspot lo suficiente como para encontrar MPs (si es que existen).
Soy guerrero de luz (quizá te acuerdas de mi?), nos conocimos en meristation hace unos... 7? 8? años, y en los últimos días me he reencontrado con algunos de los foreros con los que solía hablar y me acordé de ti! He encontrado tu blog, y veo que eres bastante activa, así que espero que leas el mensaje y, si quieres, me escribas para contarnos un poco de la vida y tal (y ya que estoy, leeré alguna de tus historias :P)
Mi email es guerrero.luz(arroba)hotmail.com, estaré pendiente por si me escribes :D